jueves, 15 de diciembre de 2016

Capítulo 4 (1ª parte) - Midnatt




Ganivet, el solitario de Brunnsparken
(Biografía novelada)
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   Capítulo 4 (1.ª parte)

Midnatt[1]. El viento, estornudo del diablo, silba amenazante por toda la casa.

El once de julio de 1892 tomé posesión del cargo de Vicecónsul en Amberes. Mi perfecto dominio del francés y del alemán me ayudaron a conseguir el trabajo del que ya podría vivir sin vaciarle los bolsillos a mi madre. Ganaba mensualmente 308 francos belgas más 30 o 50 de pago de derechos. 

       Recuerdo mis paseos por Amberes, sombrero negro, bastón para aliviar mi levísima cojera, paraguas y una pipa grande. Las ciudades son libros que se leen con los pies. Durante la feria, en sus celebérrimos bailes se dieron cita todas las gorrionas del país. Mientras duró, la ciudad fue centro de las cocottes de todos los precios que te convertían en Tenorio por poco dinero. Hasta tuve ocasión de contemplar la famosa danza serpentina con un grupo de marineros amigos, que me invitaban a comer arroz en sus barcos en el puerto. Cuadros de prostitución y socaliñas, bailar no se podía, andar tampoco. Entrada cinco francos, robo obligatorio como en todas las Exposiciones Universales organizadas, un engaño con un fondo musical mareante de organillos de vapor entre un frangollo de tiendas de quincallería, galerías, museos, teatruchos, pabellones y mil tonterías más. Los restaurantes no son más que comedores de patatas fritas con un poco de sal. Un fraude.

         Abandoné las instalaciones del ferial y paseé por el casco antiguo de la ciudad, un barrio de casas pobres que rodean la catedral, casas de fachada puntiaguda, de las que llaman de piñón o españolas que me hicieron recordar el pasado glorioso de nuestros tercios[2].

         Crucé la espaciosa plaza donde está la estatua de Rubens y me detuve en la plazoleta junto al pozo del herrero-pintor Quentin Metsys[3]. La plaza y las calles que desembocan en ella eran el refugio de los pobres que en bandadas llegaban a la ciudad durante la Kermesse[4].


                                        Estatua de Rubens

 Legiones de mendigos, adiestrados en la Universidad de la calle, de todo tipo y condición: descamisados, pícaros, gorrones, bribones de la sopa, pordioseros, mancos de relucientes muñones, pedigüeños que te tiraban de la manga abrumándote con sus quejas, zampalimosnas, pobres columpiados en muletas, alquilaniños, sopladores de flauta, pobres de acordeón, pobres a salto de mata que instintivamente extendían la mano cuando pasabas, pobres pandilleros – ínfimo grado de la hiperinopia – arracimados en un rincón mientras untaban de mantequilla un bollo de pan con el cuchillo de sus manos sucias.

         Me atreví a mirar entre ellos. Un pilluelo renegrido, sucio, dormía en el suelo. Acostumbro, por convicción más que por carácter, a mostrar dureza ante el espectáculo de la miseria del hombre, pero en aquella ocasión se desbordó mi paternal cuidado y, en la soledad de Amberes, escribí en un papel que aún guardo en el bolsillo del abrigo:


                   Niño mendigo,
                   no es placidez tu sueño,
                   sino derrota.
                   Muñeco roto, renegrido, triste,
                   no eres el rey de los tuyos,
                   sólo, el alférez portador
                   de una bandera de miseria
                   en el cauce profundo de la calle.


Una de las actividades con que contó la Kermesse fue la organización de conferencias acerca de `Los nuevos inventos de la Era del Progreso´. Yo aunque no soy partidario de casi ninguna supuesta invención si no es midiendo lo que nos trae y lo que nos quita, sí me informo de todo lo que desconozco. Cuando hablaron del automóvil, asistí interesadísimo.

“… la idea de conseguir un vehículo capaz de moverse por sí mismo, prescindiendo, por tanto, de la tracción animal, es muy remota, pero su realización no ha sido posible hasta fechas muy recientes. Las primeras soluciones que se imaginaron para viajar sin caballos debieron ser poco prácticas: así sustituir la tracción animal por la fuerza humana mediante individuos situados en el interior del vehículo que movían algún mecanismo, y la aplicación del sistema de los relojes de cuerda, o un procedimiento mixto de ambos… y blablablá, blablablá, blablabá”.

El conferenciante, un hombre de unos cuarenta años, de mediana estatura, mordido en la sien por una considerable calvicie, estaba en su mundo. De pie, apoyaba un montón de cuartillas en un lujoso atril de bronce reluciente que reproducía en el centro la estrella de David.

  
                                 Pozo de Quentin Metsys

El aburrimiento me provoca en esas situaciones una huida del mundo real y me dedico entonces a bautizar a los personajes. Luego el mecanismo al que he dado cuerda comienza a funcionar a su pesar. Así que contemplé más cercano a Monsieur Voiture[5].

Voiture seguía cascando. El gordo que ocupaba el asiento de mi derecha se había dormido. Tenía cruzadas las manos sobre la barriga. De vez en cuando intentaba liberarse de la duermevela y abría los ojos que se situaban a medio camino entre los de un borracho y los de un cordero degollado.

Volvía a dormirse, remataba de cabeza el invisible balón del sueño, se inclinaba a la derecha buscando un hombro amigo que no encontraba, casi daba con la oreja en el suelo, se reanimaba, pero la espada del sueño fue más poderosa y acabó decapitado en el brazo del banco. Herr Dick[6] estaba en la gloria.

El conferenciante insistía en que iba a ser breve… ¡No te creas nunca a un conferenciante que diga que va a ser breve! En la presidencia un hombre grueso, pequeño, meticulosamente aseado, con el chaleco apretadísimo `en prevengan´[7] a punto de reventar y de disparar los botones sobre los sufridos oyentes, tamborileaba en el brazo del sillón mientras bullía en el terciopelo rojo y balanceaba las cortas piernas en el aire.

Míster Small[8] estaba atropellado por el dichoso automóvil, deseando llegar al final del trayecto.

“… en 1748, J. Vaucanson hizo maniobrar delante de Luis XV de Francia una carroza movida mediante resortes de relojería…”

Los ojos grises apagados de la vecina de Small se iluminaron al oír relojería y carroza, perdiéndose en el oscuro sendero del lujo. La señora vestida de rosa, gruesa de ópera, cariapavada, estaba en el mejor de los sueños, posiblemente en la carroza, acompañada del galante monsieur Voiture.

El sonoro ñaaaaaá de la puerta de un desertor que buscaba la libertad fuera de la sala, hizo reaccionar a la señora Wardatun[9] que imaginé que bajaba ¡plof! de la carroza y que veía llena la sala, no de personas, sino de vivos y nerviosos ratones.

Junto a la señora Wardatun, Herr Eulen[10] dibujaba en un papel prismas, pirámides, cilindros. Copiaba alguna palabra de las que pronunciaba el conferenciante. Intermitentemente observaba a Mr. Voiture y hacía gestos de aprobación con la cabeza. Yo tenía la seguridad de que Herr Eulen no se enteraba de nada, a pesar de que, fruncido el ceño, con los ojos muy abiertos, a contrasueño, decía mecánicamente que sí.

“… el primer coche de vapor que circuló en Estados Unidos, lo construyó R. Funes en 1782. Se debe al estadounidense S. Morey, el primer motor para combustible líquido…”
         Llegado a este punto, Herr Dick, completamente abatido, resoplaba felizmente en un paraíso automovilístico, en el que él mismo ponía el motor del ronquido.

         Ya no pude más y abandoné la sala de conferencias, pensando que entre el tal Morey, la feliz idea de destrozar todo el centro de la ciudad de Granada y la idea de acabar con las casas para venderte costosas parcelas de nada llamadas pisos, nos iban a timar definitivamente. De esta forma los bajos comerciales ocuparían la planta baja y a los vecinos los alzarían para pasar el asfixiante calor del verano a los pisos siguientes. Mi amigo Nicolás María me contó que el 25 de agosto de 1895 se constituyó en Granada una sociedad anónima llamada “La Reformadora Granadina” que ofreció al arzobispo de la ciudad dar los tres primeros picotazos con piqueta de plata en la primera casa que iba a ser derruida. Entre pillos anda el juego: constructores y curas. El proyecto con nombre y todo “Gran Vía de Colón” tendría 800 metros de longitud y 20 de anchura.

         El coche, el piso y el consumo convertirían la ciudad en una noria sucia de chapa acelerada y el casamiento dejaría de serlo para convertirse en “pisamiento”. Los arquitectos ya no son hombres de ciencia, se han convertido en acomodadores. Mirad cómo un extranjero da lecciones de buen gusto a los granadinos. Un extranjero que fija su residencia en Granada vivirá en un carmen[11] o en una casa que tenga algo de carmen. Llegará el día que se hará preciso vivir contra la ciudad, protegidos del ruido con doble acristalamiento en las ventanas como pez esclavizado en acuario. Entonces los avispados de siempre te venderán parcelitas en el campo. La transformación económica lleva siempre a la transformación psicológica. Así no merecía la pena haber inventado nada. ¡No me gusta el trote que está pillando la mula! Se dibuja un futuro de hecatombe que propiciarán el coche y el piso. Los relojes acelerarán el pulso ante el monstruo metálico de la ciudad. Por lo visto no habrá salida, incluso tendremos que pintar a pistola el ajetreado corazón.

         En ese momento planeé escribir un libro de urbanismo para enseñar a los granadinos cómo se organiza una ciudad. Había leído una novelita romántica que compré en Brujas, titulada `Brujas la muerta´, obra de un periodista, abogado, escritor y poeta belga llamado Georges Rodenbach y el título, me podría servir : `Granada la bella´.

         La casta política no comprende que es preciso primero tener una idea aproximada de lo que quiere hacerse para después llevarla a cabo, es decir, no hay Renacimiento sin Humanismo previo. En España no se piensa así, no se piensa de esta manera, definitivamente, no se piensa… Necesitamos maquinistas, electricistas, obreros mecánicos; pero eso no te obliga a destruir nada, una cosa nueva no lleva a la destrucción de una vieja institución. No hay que destruir nada, lo que no sirve ya se cae sin que le empujen. En España han creado cátedras de gimnasia a expensas del latín y del griego. Se crearán, tiempo al tiempo, escuelas de telefonía para acabar con las Facultades de Filosofía.

         Le conté a mi amigo Navarro Ledesma que a Serra, el cónsul, lo han empapelado por lo de siempre, se acostumbran con rapidez a meter la mano en la caja. Desde el primer día vi que no era trigo limpio. Recibo de vez en cuando a Amelia que se recupera con dificultad del tifus. Ha venido pelona y pidiendo perdón pues sabe que sé de sus devaneos amorosos en Barcelona. La acompaña su madre. Mientras estamos los tres, comemos fuera. Como no estoy acostumbrado a comer tanto, me empapucio[12] y al día siguiente no me encuentro bien. Estas dos me desequilibran el presupuesto. Además le he tenido que comprar a mi mujer una perrita, el ser más inteligente que he encontrado entre los belgas. He comprado un infiernillo y cuando estoy solo almuerzo en mi habitación a ver si ahorro algo. No se puede estar gastando siempre, uva a uva se comió un grajo una viña. Ser generoso mengua la generosidad. Buda lo dijo al revés: " Si añades un poco a lo poco y lo haces con frecuencia, pronto poco llegará a ser mucho".
        
         Mis relaciones con el cónsul siempre han sido medianejas, menos mal que lo largan: leía todo lo que yo escribía, incluso me abría las cartas, era más curioso que una mosca verde y lo de la suegra no tenía precio, se le ocurrió que en la oficina no se fumara porque a la buena señora le molestaba el humo. ¡La cojonación!

         Sin embargo, no todo fue derrota en Amberes. Comencé allí a escribir mi novela sobre Pío Cid, estudié inglés pues quería ir de cónsul a Cardiff o a Nueva York, seguí perfeccionando el alemán y alquilé un piano en el que tocaba muchas horas. Leí la Historia de la Literatura Inglesa de Taine, los once volúmenes de la Historia del Pueblo de Israel. Toda la obra de Dickens, la de Galdós y la Biblia me acompañaron siempre. No hay un solo escritor en el mundo que llegue a serlo si no se acompaña siempre de la Biblia, con independencia de sus creencias o supersticiones. Me levantaba a las siete de la mañana y leía hasta las nueve. Luego iba al Consulado de diez a doce y después visitaba el puerto en el que algunos barcos cargaban armas para la guerra de Melilla.  Por la tarde, volvía al papeleo, de cuatro a seis. Luego cocinaba algo en el infiernillo y escribía... En la noche - a veces no comprendo por qué la noche no se acaba nunca - sonaban de vez en cuando las sirenas de los cargueros del puerto cercano. Adelgacé mi espíritu.

         Conocí todos los lugares cercanos a Amberes: Bruselas, Gante, Lieja, Brujas. También recorrí Holanda. En tres días visité Rotterdam, La Haya, Leyden, Amsterdam y Utrech. Sin embargo, mi pueblecito preferido al que acudo con frecuencia es Oude God (Viejo Dios) a poco más de ocho kilómetros del centro de la ciudad del Escalda.

         En Brujas, recordé la conversación con su madre después de haberme negado por enésima vez a casarme.

-   No me diga que espera que me case con ella
-    ¿No es normal?
- No estoy preparado para el matrimonio; además ella tiene demasiado talento, es demasiado hermosa y demasiado libre. 
-     ¿Sabes que está de nuevo embarazada?
-   Bueno, pues os vais otra vez a París al 220 del faubourg Saint- Denis.
-         Entonces, ¿no piensas casarte nunca?
-         Es probable. Un home casado nin muller é.
-   Yo no soy mujer de estudios, pero puedo decirte que cuando una mujer y un hombre se gustan, se unen y no se quedan parados analizándose continuamente.
-     Hoy, a Dios gracias, hemos progresado emocionalmente y hay un modo inteligente de enfocar el matrimonio.
-  Ahora se analiza tanto que no se distingue entre una relación amorosa y unas oposiciones a un Ministerio. Mi marido y yo no compartíamos las mismas ideas, pero no dejamos de amarnos ni un solo momento.
-         Eso es estupendo. Por favor, ¿quiere prepararme un bocadillo?
-         Ahora te lo hago. Le pondré un poco de sentido común al pan.

Estaba claro que la de Matanzas[13] y yo nos comprendíamos escasamente. ¡Menudo `parraque´ [14] tenía la señora!

Las lecturas y los viajes los alterné con la música y el teatro. Vi varias veces Tristán e Isolda de Wagner y me enamoró el personaje y el nombre. Cuando nazca el niño lo llamaré Ángel Tristán.

No quise tomar profesor de música porque más que deseo de aprender, lo tengo de aprender solo, además ya tenía muchos años para sujetarme a reglas de maestros, cuando yo puedo hacerlo solo. Todo es cuestión de paciencia.

Pensaba que mi ciudad podría ayudarme, porque Granada está llena de música, es una ciudad para la música. El agua es música en los surtidores, en las fuentes, en los aljibes, en las albercas; música contenida en los tajamares[15], ritmo blanco en los veneros y hervideros de la sierra, canto misterioso en las alfaguaras, acompasada música en los pilares, música violenta de los bueyes de agua[16], misteriosas músicas en los hammámuns[17] de la Alhambra, deslizantes músicas en las tazas de mármol de las fuentes, música en flor de los estanques…

   Cuando se oculta el agua, músicos callejeros suplen el ritmo rumoroso del murmullo: músicos en el torrente del Zacatín, a veces bajo la lluvia músicos de acordeón acompasan sones aquietados por los tilos vigilantes en la plaza de Bib-Rambla, música de sol y losa sonora en las Pasiegas de pequeñas orquestinas instaladas ante la puerta del Sagrario, música de leyendas que sabe a Maese Pérez en el órgano de la Catedral durante la misa mayor... Música, siempre música... Granada es una ciudad aromada de música.


                               Cascada de agua en la Cuesta de los Chinos(Granada)



[1] Midnatt: en alemán significa medianoche. Han pasado nueve horas desde que Ganivet comenzó su monólogo interior en Hagemberg.
[2] Unidad militar del Ejército español en el Imperio de los Austrias.
[3] Cuenta la leyenda que el herrero Quentin Metsys se enamoró de la hija de un pintor y este no aprobaba su relación. Entonces el joven Quentin pintó una mosca tan real en uno de los cuadros del padre de su enamorada que le hizo cambiar de idea convirtiéndose así en su yerno y, más tarde, en un pintor famoso. La inscripción que adorna el pozo significa `El herrero que se convirtió en pintor por amor´.
[4] Fiesta popular al aire libre.
[5] Monsieur Voiture: en francés significa ´Señor Coche´.
[6] Herr Dick: en alemán significa ´Señor Gordo´.
[7] Levaba el chaleco a punto de romperse, a modo de arma, listo para disparar a cualquier sitio.
[8] Míster Small: en inglés significa ´Señor Pequeño´.
[9] Wardatun: en árabe significa ´rosal´.
[10] Herr Eulen: en alemán, ´Señor Búho´.
[11] Carmen: típica casa granadina con jardín y huerta.
[12] Empapuciar: andalucismo que significa empachar.
[13] Matanzas: lugar situado en Cuba.
14. Parraque: indisposición repentina y de poca gravedad.
[15] Tajamar: dique que contiene el agua. En la Vega de Granada cortaban el suministro del agua a una finca al cerrarse para permitir el riego a otras. Hasta hace muy poco podían verse tajamares de hierro en el mismo Camino de Ronda dentro de la ciudad.
[16] Buey de agua: granadinismo utilizado por Federico García Lorca que hace referencia al caudal violento y abundante del agua al salir de un manantial.
[17] Hammán: ´baño árabe´.

10 comentarios:

  1. http://ganivetelsolitario.blogspot.com.es/2016/12/capitulo-4-midnatt.html

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  2. Han pasado nueve horas desde que Ganivet comenzó su monólogo interior en Hagemberg

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  3. Granada está llena de música, es una ciudad para la música. El agua es música en los surtidores, en las fuentes, en las albercas; música contenida en los tajamares, ritmo blanco en los veneros y hervidores de Sierra Nevada, canto misterioso en las alfaguaras, acompasada música en los pilares, música violenta de los bueyes de agua,misteriosas músicas en los baños de la Alhambra, deslizantes músicas en las tazas de mármol de las fuentes, música en flor de los estanques...

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  4. Recuerdo mis paseos por Amberes, sombrero negro, bastón para aliviar mi levísima cojera, paraguas y una pipa grande. Las ciudades son libros que se leen con los pies.

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  5. Un home casado nin muller é. Refrán gallego de fácil traducción: Un hombre casado ni mujer es.

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  6. El empeño en el casamiento se debe a la lima sorda de las mujeres. Un erre que erre que acabará en una parcela de nada llamada piso. Así el casamiento se convertirá en "pisamiento".

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  7. La Gran Vía de Colón fue conocida primero como la Gran Vía del Azúcar.

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  8. Ángel Ganivet, un genio voluntarioso, antipático y hostil.

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  9. La fractura abierta en la pierna de Ángel Ganivet fue tan grave, que se astilló la tibia. El escritor granadino guardó desde entonces en una cajita las esquirlas de sus propios huesos que saltaron en aquella ocasión.

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